La tarde caía finalmente, y las nubes en el cielo se habían coloreado de tonalidades rojizas haciendo que el paisaje luciera hermoso, aquel era el momento de volver al bar de millonarios, quizás, allí estaría Lorenzo, y Victoria sentía su corazón latir con fuerza conforme el auto se acercaba más y más al lugar, pues aún sentía las seductoras caricias de Lorenzo Visconti sobre ella tocando su parte más íntima con delicadeza, con deseo.

Aquellas sensaciones habían sido algo totalmente nuevo para ella, aun cuando no era una principiante y ya tenía un hijo, nunca antes había sentido nada como eso, Henry y ella únicamente hacían lo que hacían sin mayor emoción, sin pasión, como si no hubiese química entre ellos, en su matrimonio había llegado a un punto en que aquel deber marital se había vuelto tedioso, insoportable, e incluso ella rogaba siempre porque aquella faena solo durase un par de minutos para poder dormir y sin tener que despertar con reclamos al día siguiente, Henry nunca se emp