Tras su confesión, Sergio Mayoral fue puesto a disposición judicial, el cual decretó prisión provisional sin fianza a la espera de juicio, lo cual era normal, pues había matado a dos personas y había riesgo real de fuga.
Julio Fernández no podía permitir que Sergio contase todo lo que sabía sobre él y sobre sus fondos en los paraísos fiscales por lo que mandó a Carlos a la cárcel a hacerle una visita de cortesía.
—Hola, me habían dicho que tenía una visita, pero no me han informado de quién era —saludó el abogado. —Hola, me llamo Carlos y me envía Julio Fernández.
—¿A qué se debe tú visita? ¿Qué quiere ese carcamal? — preguntó Sergio con tono chulesco.
—Un poco de respeto por quien te ha dado la oportunidad de hacerte rico.
—Más bien yo le he ayudado a poder mover de forma más segura su dinero.
—Sólo quiero pedirte que no digas nada o te vas a arrepentir — espetó Carlos dándole una bofetada y llamando al guardia para salir de ahí.