Capítulo 29. Tienes unas lindas tetas.
~Lira~
No podía dejar de mirar.
Su polla estaba en su mano, gruesa, palpitante, goteando como si ya estuviera dentro de mí, como si perteneciera allí, como si mi boca fuera el único lugar al que estaba dispuesta a ir.
Mi coño se contrajo solo de verla.
Diosa.
La longitud de eso, la forma en que colgaba de su puño, pesada, venosa e implacable, con la cabeza hinchada y morada, tan ancha que parecía que me partiría los labios por la mitad antes de llegar a mi garganta. No había manera de que eso cupiera, no había manera de que se deslizara.
Pero lo quería.
Quería que él lo forzara, que me desgarrara, que me estirara, que me abriera como un sacrificio virgen.
Mi lengua se presionó contra el paladar, mi pecho se agitaba, estaba empapando el suelo, cada centímetro de mí dolía como si estuviera en celo y él fuera la única cura.
Dio un paso adelante y sosteniendo la base, la golpeó contra mi mejilla.
Gemí.
Gemí, joder.
—Mírate. —Dijo.
Su voz era más baja que antes, más áspera, como grava sobre