De repente, Caeli se volteó completamente hacía él. Sus ojos cafés deslumbraba con el reflejo del sol. Como si atraparan la luz, adueñándose de ella completamente - Mañana - Adair temía lo que fuera a salir por esos labios - ¿qué más harás?.
Adair pensó - nada.
-¿puedes acompañarme al cementerio? - había cierta timidez en su mirada que perdía a Adair; sin embargo, tocó un punto que él no estaba dispuesto a romper.
Frunció el ceño - ¿para qué?.
Caeli guardó silencio. Dio media vuelta antes de decir - para nada, debo regresar - dicho eso y se fue por donde había venido.
Adair se quedó perplejo, sin comprender nada. Su cuello dolió por seguir la figura de Caeli hasta que se desvaneció. “Visitar la tumba de