Al día siguiente, me despierto al escuchar a Lucas cantando desde el pasillo, antes de que empuje la puerta.
—¡Despierta, despierta, manos fuera de la serpiente! —nos llama.
Gimo, de repente sin ganas de levantarme.
—Vamos, Calabaza, hora de ir a la escuela —grita Lucas, y tomo mi almohada lanzándosela. Él se agacha y la almohada golpea la pared.
Ryden se da la vuelta y se levanta de la cama, y alzo una ceja hacia Lucas cuando sus ojos recorren el cuerpo musculoso de Ryden.
—Oye, deja de mirar a mi pareja —lo regaño, y él sonríe con picardía.
—Puedo mirar, solo no tocar —responde, moviendo las cejas hacia mí.
Ryden bosteza, frotándose los ojos. ¿Cómo es posible que se despierte muerto de sueño y luzca como un dios con solo sus boxers, mientras yo parezco haber sido atacada por mapaches enfurecidos? Intento aplanarme el cabello mientras me levanto.
—¿De verdad quieres ir? —pregunta Ryden mientras alcanzo mi cepillo de dientes.
—Mejor que verte trabajar —respondo gruñendo, y él se encog