ELARA
Tessa, en su mayor parte, es en realidad amable conmigo y, sorprendentemente, incluso me defendió contra un imbécil que me hizo tropezar a propósito en la clase de inglés. Aunque los murmullos no cesan. Hago lo mejor que puedo para ignorarlos, intentando no prestar atención a las miradas abiertas sobre el incidente de la ducha.
Para la hora del almuerzo, ya he tenido suficiente y quiero irme a casa. Camino hacia la oficina, buscando a Lucas para suplicarle que me deje ir. No lo encuentro, pero una de las maestras me dice que está en el gimnasio preparando el entrenamiento.
—Solo ignóralos, Ellie. Tienes un cuerpo espectacular, desearía tener pechos como los tuyos —me alaba Jasmine mientras me ayuda a buscar a Lucas.
Al entrar al pasillo que lleva al gimnasio, me quedo helada; todos se giran cuando entramos y mi estómago se hunde. Todos están susurrando, algunos incluso señalándome, todos riéndose de mí, la burla de la escuela. Incluso un par de chicos me agarran el trasero y la