Kyara
Pobre Carolina, tan engañada, cree que Kayo olvidará a Elizabeth tan fácilmente, está obsesionado y ciego.
- ¿De verdad quieres seguir con esto, Carol?
- ¡Sí, y nada me detendrá!
Oyeron golpear la puerta.
- Yo la abro.
- Puedes dejar Kyara, tengo que moverme más y recuperar las fuerzas.
Fue despacio y abrió la puerta.
- ¡Doña Anastasia!
- Buen aprendiz de musa, me voy porque la atmósfera aquí se puso pesada. - Kyara dio un beso en la cara de la amiga y salió.
- Pase, por favor.
Anastasia miró ese apartamento de arriba a abajo y se sentó poniendo la bolsa de lado. Carolina se sentó delante de ella, ya sabiendo que nada bueno podría venir de aquella mujer.
- Lo que vengo a decir es muy simple, ¿cuánto quiere para testificar a mi favor en el juicio?
- Vino a obligarme, tiene miedo de la justicia, ¿verdad, señora?
- Solo quiero evitar una injusticia.
- ¡Injusticia fue lo que hizo al tomar la vida de dos inocentes, incluso el que estaba en el coche con usted!
- ¿Crees que ese alguaci