A nadie se le prepara para el sufrimiento. Nos enseñan a caminar sin advertirnos que en cualquier momento podemos caer. Nos llevan a la escuela, nos exigen dieces en todas las asignaturas, mas nadie se acerca a decirnos que también hay cincos y ceros.
Repasando mis días, me encuentro con muchos cincos y muchos ceros. Con sietes que confundí con nueves y muy pocos dieces. Sin embargo, ningún tropiezo de los sufridos fue tan duro como el que viví cuando vi a Inossa en televisión.
Dijo verdades que por un lado me aliviaron, pero también estaba la culpa y el odio. Culpa por confiar en ella y permitirme ser el monstruo que ahora soy. Odio por amarla a pesar de los daños, por odiarla aunque merezco su venganza.
—Sabíamos que pasaría —dice Sophía mientras le da un sorbo al prime