Leandro sostuvo con ternura a su pequeño bebé en brazos mientras conversaba con Jazmín en el acogedor salón de su hogar. La luz suave de la tarde se filtraba por las cortinas, creando una atmósfera tranquila y serena.
— ¿Sabes qué día es hoy? — preguntó Leandro con una sonrisa mientras acariciaba suavemente la cabeza del bebé.
Jazmín miró a su esposo con cierto pesar en los ojos, pero sonrió y asintió.
— Sí — respondió —. ¿Quieres ir a visitarlo?
— Deberíamos. Compraremos flores en el camino — dijo el hombre.
Era el cumpleaños de su difunto hermano y aunque ya no estuviera en la tierra, ese no sería motivo para no visitarlo a su tumba y aprovechar para presentarle a su primogénito.
La conversación continuó de manera ligera y relajada mientras Leandro y Jazmín compartían anécdotas del día y planes para el futuro. Sin embargo, en un momento dado, Leandro decidió abordar un tema más delicado.
— Leandro, hay algo que quería preguntarte — comenzó la joven esposa, su tono se volvió un