232 - Debemos salvarlas

De repente, uno de los hombres de Fabio disparó , apuntando a la pierna de Lorenzo. El impacto fue certero; Lorenzo soltó un grito de dolor y cayó al suelo, soltando a Guisselle en el proceso. Ella rodó hacia un costado, jadeando a través de la mordaza que le impedía hablar, su mirada llena de terror mientras intentaba liberarse de las ataduras.

Fabio corrió hacia ellos, con el corazón en la garganta. No le importaba nada más en ese momento que sacarla de ahí. Los disparos resonaban alrededor, el caos absoluto dominaba la pista mientras sus hombres luchaban contra los guardias de Lorenzo. Fabio llegó al cuerpo de Guisselle y se agachó rápidamente para quitarle la mordaza y las cuerdas.

— ¡Guisselle! — dijo con urgencia mientras la ayudaba a sentarse —. ¿Estás bien?

Ella lo miró con los ojos vidriosos, temblando, pero asintió. Fabio la sostuvo con fuerza, casi como si temiera que pudiera desaparecer de sus brazos. Su respiración era rápida, agitada, pero estaba viva. Estaba a salvo.
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