133 - Mía. Eres solo mía.
Jazmín se encontraba aún en la sala de espera del hospital, su mente y su corazón atrapados en una espiral de preocupación y agotamiento. Daniel y Santiago intercambiaron una mirada de preocupación antes de acercarse suavemente a ella.
— Señora Belmont, por favor, necesita descansar — dijo uno de los médicos de la familia, intentando ser comprensivo pero firme.
— ¡No me pueden pedir que me vaya! ¡Es mi esposo! — respondió Jazmín, con lágrimas en los ojos y la voz quebrada por la desesperación.
En ese momento, Daniel y Santiago se acercaron a ella, tratando de calmarla. Habían estado allí todo el tiempo, apoyándola y tratando de obtener información sobre el estado de Leandro.
— Jazmín, tienes que descansar — dijo Daniel suavemente, colocándole una mano en el hombro —. No podemos hacer nada más aquí por ahora. Te prometo que me quedaré a vigilar todo. Leandro está en buenas manos.
Santiago, siempre tan estoico, también intentó convencerla con una voz más calmada.
— Jazmín, tu hijo te ne