Rayan tomó todo el contenido del vaso de whisky de un solo trago y, acto seguido, le dio una profunda calada al cigarrillo en su mano. Ah, sí, si su padre lo viera en ese estado ahora, realmente lo regañaría hasta que se cansara. Pero él mismo le había dicho que se mantuviese quieto, que dar un paso sin pensarlo podría poner en peligro a Leticia.
Y él... ya le había hecho demasiado daño. Tanto que se estaba quemando por dentro. No tenía la menor idea de cómo pedirle perdón a Leticia. Ella era su mundo, su todo. Nunca se había enamorado tan perdidamente. Le había rogado hasta a su padre, por tal de que lo ayudara, algo que no había hecho por nadie antes.
Cerró sus ojos con fuerza. Esperar allí era una total tortura, y si a eso además se le sumaba la ansiedad de que su cachorra se casara con alguien más, aparte de él. De solo pensarlo gruñó.
No podía esperar más. Agarró el celular delante de él y buscó el contacto de su padre. Necesitaba que moviera su culo o él mismo iría en busca de L