No podía perder el conocimiento.
Leticia sentía lo caliente de su sangre manchar la sien que había golpeado el vidrio de la mesa de su padre. Dolía… dolía mucho, y lo único que podía hacer era concentrarse en poder llevar aire a sus pulmones para no quedarse inconsciente. Si lo hacía… no sabía qué pasaría con ella.
Tenía una idea de que Mark se molestaría mucho porque era un alfa, y claro que olería la esencia de Rayan que venía de dentro de ella. Eso no podría eliminarlo aun con todo lo que había tomado y echado. Sin embargo, no se esperaba que la golpeara de aquella forma.
La mano del alfa apretaba tanto su nuca que dolía y no había escatimado a la hora de tirarla contra la mesa.
Lo escuchaba hablar, pero el pitillo en su cabeza era insoportable. Incluso si abría los ojos, todo a su alrededor daba vueltas. Tuvo que apretar sus labios para no soltar un quejido. Si lo hacía, demostraría mucha más vulnerabilidad y eso no podía terminar bien.
Solo cuando la mano en su cuello se aflojó y