CAPÍTULO 11. La persona más importante de mi vida
Kiryan la miró dormir mientras se aseguraba de que la temperatura de su cuerpo volviera a la normalidad. Era la mujer más hermosa y con el corazón más bello que había conocido en su vida, tanto que jamás se había molestado en buscar a nadie más. Lo único que quería era que estuviera a salvo, pero parecía que mientras Stefano Di Sávallo estuviera rondando las posibilidades de que eso pasara eran pocas.
La dejó durmiendo tranquila, porque aquella botella de vino no se le iba a pasar en ningún momento cercano y se fue a ponerle la siguiente dosis a Fiorella. La niña estaba respondiendo bien, lo cual era un alivio, pero cuando llegó a ver a Stefano no se lo encontró mucho mejor.
Lo habían llevado a su habitación en su departamento, pero se veía que estaba haciendo un esfuerzo desesperado porque la gente a su alrededor no notara cuánto le dolía.
—¿Cómo lo llevas? —preguntó.
—Resisto —gruñó Stefano—. ¿Bells?
—Descansando. No le hace bien estresarse, pero parece que eso es un poco difícil de