Con aquello que dijo mi marido, me quedé boquiabierta, absolutamente incrédula y así permanecí por todo ese día. Me quedé pensando en su propuesta incluso después de regresar a casa y ocultar la marca de sus dientes en mi hombro con maquillaje. Estuve con mi bebé toda esa tarde, viéndolo jugar en el césped y gateando en la alfombra de mi habitación. Oí sus risas y adorables balbuceos, preguntándome si Adam realmente había hablado en serio cuando me pidió darle otro bebé.
Y más sorprendida quedé cuando, por la noche, regresó y me lo pidió nuevamente. Después de que acostara a Ethan, vino a mí y me vio secarme el cabello por unos segundos, antes de quitarme la secadora y sentarme en sus piernas para secarme el mojado cabello él mismo.
Cuando terminó, dejó el aparato de lado y envolvió mi cintura con esos brazos fuertes. Posó la barbilla en mi hombro, suspirando con anhelo.
—Quiero que tengamos otro bebé, Hannah —repitió, completamente convencido.
Aún atónita, me giré en sus brazos para v