¡Hola! En el anterior capitulo dije que no nos veríamos hasta el día martes, pero hoy me he tomado un momento para traerte este capítulo. ¡EL SECRETO DE LA DEMANDA ENTRE SABINE Y ADAM, QUE VIENE DESDE EL INICIO DE LA HISTORIA, SE DARÁ A CONOCER EN EL PRÓXIMO CAPITULO DEL MARTES! ¡EXCELENTE FIN DE SEMANA! ¡SIGUEME Y COMENTA!
Al amanecer Adam salió de la cama muy temprano y se vistió; pidió a la recepción un desayuno para mí y otro para él. Comimos bajo un incómodo silencio, que yo terminé rompiendo, incapaz de soportar esa fría tensión que manaba de él.—¿No... irás a conocer al bebé?Su tenedor se paralizó sobre el plato.—No es buen momento. Tengo otros compromisos. Volveré a casa la semana siguiente.Yo también bajé la vista. Adam había pasado de esperar con emocionada expectación el nacimiento de nuestro bebé a negarse a verlo.—Si lo vieras, sabrías que es tuyo... —Murmuré por lo bajo.Adam se levantó en el acto y dejó la servilleta sobre la mesa. Tomó las llaves de mi coche y, acercándose, me las puso en la palma de la mano.—Los resultados de la prueba vendrán rápido. Esperemos. Por ahora, ve a casa.Yo también me levanté. Me despedía de esa suite como si fuese una prostituta a la que le han pagado por una noche.—Hey, Adam, ¿no crees que estás siendo muy injusto? —inquirí, siguiéndolo descalza hast
Y como si por primera vez notara lo que sucedía a mi alrededor, levanté la mirada del celular de Sean al escuchar el nombre de mi esposo. El televisor del restaurante retransmitía la misma nota que yo leía. La guapa presentadora hablaba de la demanda por pensión alimentaria de Sabine Baker, que acababa de salir a la luz, en contra de su millonario exmarido, CEO de unos de los más importantes conglomerados financieros del país.La presentadora hablaba de una hija secreta, una lucha legal y una caída exponencial en el valor de acciones en la empresa familiar de los Baker.—Antes de hacerte un hijo a ti, Adam Baker ya tenía una hija con su exmujer. ¿Nunca lo sospechaste, Hanny?Volví lentamente la mirada a Sean, sosteniendo la cabecita de mi bebé en mi pecho. Aturdida todavía.—¿Nunca imaginaste que tu esposo tenía a una bebé en secreto con su exesposa?Apreté sutilmente los labios y fruncí el ceño, recordando aquella vez que visité a mi marido en su oficina a pocos días de la boda... Me
¿Sabine había sido la traidora en ese matrimonio? Saberlo fue impactante, más porque todo siempre había apuntado a Adam. Incluso yo llegué a pensar en la posibilidad de que Sabine se hubiese divorciado a causa de su infiel marido, por eso me fue fácil creer que Adam me había engañado con su exmujer.Pero había sido ella; Sabine tuvo un amante y eso desbarató su matrimonio con su rico marido. Los pormenores de esa traición, Adam se resistió a contármelos. Sin embargo, sostuvo que la bebé Zoe no era suya, y yo le creí.—Sabine aprovechaba mis extensos viajes para verse con su amante. Nunca fue una esposa afectuosa, aunque sí apasionada, pero no alguien propenso a mostrar cariño; por eso me sorprendió que se haya interesado en alguien más.Recordé la manera indiferente en la que Sabine trataba a su bebé y también me acordé de la actitud que Adam tenía al inicio de nuestro matrimonio; me dejaba hacer lo que yo quisiera, pero él se la pasaba todo el tiempo trabajando y venía a mí solo cuan
Esa era una noche importante. La más importante de nuestras vidas.Me observé al espejo una ultima vez para afinar detalles; verifiqué que mi plateado vestido de noche no tuviera arrugas y que el escote profundo no se moviera de su sitio; me aseguré que las pulserás en mis manos lucieran bien; me retoqué el maquillaje y las gramurosas sombras sensuales alrededor de mis verdes ojos.Por ultimo, pinté mis labios de un precioso rojo carmin y me calcé unas zapatillas altas. Mi apariencia era excelente.—Te ves increíble, Hannah —me susurró mi novio, abrazandome desde atrás y besandome en el hombro—. Esta será nuestra noche, estoy seguro. Hoy lograré un ascenso y al fin tú y yo nos casaremos.Le sonreí levemente desde el espejo. Aunque lo apoyaba y lo quería, ya no creía en él. Llevabamos como novios desde los 16 años y durante los ultimos 5 años, nos habiamos ido a vivir juntos, pero el matrimonio nunca llegaba. Ahora ambos teniamos 24 años y viviamos como pareja, pero él no era mi marido
Por más de un minuto, solo hubo silencio en ese bar vacío. A la distancia se podía oir la fiesta en el restaurante, pero allí dentro, podría incluso oirse una aguja caer al suelo. En mi cabeza, aún creía que todo eso era una broma, un gran chiste de un hombre millonario que se sentía aburrido y buscaba diversión al burlarse de nosotros.Y Sean pensaba lo mismo.—¿Está bromeando con nosotros, señor Baker? —inquirió con una risita confusa.Pero su jefe negó con seriedad y con suma calma, miró la hora en el rolex de su muñeca.—De ninguna manera. No acostumbro jugarles bromas a mis empleados. Lo que digo es completamente en serio.Mientras hablaba, le sirvió otro trago a Sean.—Estoy negociando con usted un ascenso a cambio de una noche con su mujer.Mi novio tomó el vaso y lo bebió lentamente, mientras yo seguía paralizada y Adam Baker explicaba su propuesta con mayor detalle.—Tiene una mujer hermosa a su lado, Sean —sentí su mirada y yo tuve qué apartar la mía para no enrojecer de nuev
¿Los hombres con dinero son distintos al resto?No lo sabía, pero ahora sabía una cosa qué hacía diferente a ese desconocido millonario de mi novio: y era su forma de besar. Nunca, en toda mi vida, alguién me había besado con tanto impetu y ardiente deseo, cómo si buscará devorarme y marcar mi alma. Con Sean los besos eran simples y habían dejado de ser apasionados casí desde el comienzo de nuestra relación, se habían vuelto vacíos y solo parte de una costumbre.Pero en ese oscuro pasillo, me di cuenta de aún existían hombres apasionados. Adam Baker me hizo probar mi primer beso real.—Disfrutemos esta noche, Hannah —murmuró su voz ronca, agravada por el deseo.Me acorraló contra la puerta del bar a mis espaldas, presionando su pesado cuerpo contra el mío y besandome de una manera tan intensa que no podía respirar y pronto comencé a notar un extraño y agradable sensación nacer en mis entrañas.Cuando se alejó, yo estaba sonrojada y con el corazón desvocado. Él me acarició el rostro una
Nos perdimos por los pasillos enormes de esa mansión, besándonos con frenesí, hasta terminar a las puertas de una habitacion en una zona oscura, apenas iluminada por las farolas del exterior. Jadeé cuando ese perfecto hombre pausó el beso para verme y acariciar mi rostro.—¿Puedo contar con que no saldrá corriendo? —bromeó, pero noté la verdadera duda bajo esa broma.¿Me iria a mitad de la noche? Sería imposible aunque quisiera, porque estaba en otro país. Además, una especie de necesidad comenzaba a despertar en mi sangre, era un deseo que yo nunca había experimentado a ese nivel.Le respondí con un corto beso y eso fue suficiente para que abriera la puerta. Nos internamos en el oscuro interior, sorteando los muebles hasta dar con la cama. Solté un suave jadeo cuando me hizo caer sobre las frescas sabanas de seda.Incluso en esa oscuridad, fui capaz de mirarlo a los pies de la cama, observandome todo el tiempo, mientras se quitaba la chaqueta y se aflojaba la corbata. Cuando se quitó
La luz del sol a tráves de mis parpádos me llevó a abrir los ojos y a estirar los brazos sobre la cabeza, sonmolienta y cansada. Las sabanas eran frescas y blancas, pero yo tenía tanto calor que me levanté y miré en torno. Ese lugar era muy distinto a mi pequeño cuarto en casa, no había botellas de alcohol ni el horrible olor a humedad que me despertaba cada mañana, sino un fresco aroma a flores y una vista estupenda de los bosques de alrededor.Bajé los ojos y me miré las manos, rememorando el tacto de esa noche, hasta ruborizarme. Me llevé las palmas a mi rostro caliente, reviviendo todo lo ocurrido, cada caricia, palabra y sonido que llenó esa habitación.—¿Ya ha despertado, señorita Clair? —una voz masculina cruzó la puerta, pero era diferente a la de él.Me descubrí los ojos. Entonces noté que me hallaba sola en esa enorme habitación, la persona que debería estar a mi lado, simplemente no estaba. En su lugar, había una pequeña nota y sobre él, un cheque. Al tomar la nota, leí un c