capítulo 008

❝♡ Leah ♡ ❞

—Entonces me cambiaste por un polvo — suspiré con asco mientras lo alejaba de mí sintiéndome más que herida, empujándolo —iré a caminar, sin ti, así que deja de fastidiarme la puta vida por un momento.

—No lo haré

Intento seguirme, pero me gire y le mire con los ojos llenos de lágrimas, no dije nada, pero entendió el mensaje, por lo que solo me dejó alejarme de él.

Cuando me encontraba lo suficientemente lejos de la mansión, entre el viñedo suspiré tranquila observando los cultivos y sonriendo con calma ante lo hermoso que era el lugar. Lo verde que era todo, los colores preciosos de la naturaleza y respirar aire fresco me hacía bien, bien para pensar cómo fue que me terminó diciendo que no valía nada, que no era buena para satisfacerlo, que al parecer todo lo que había sentido durante los primeros dos años fueron viles mentiras y eso me hacía querer rendirme, olvidarme de todo sus maltratos psicológicos, de todo lo que luche para poder estar con él y ahora estaba que eso no serviría para nada, que él era quien era y no cambiaría por nadie, ni siquiera por mí.

Camine sin ganas mientras me tocaba el vientre, no sé qué futuro absurdo me esperaba ahora, sabiendo que por más que quisiera no me podría escapar, no ahora, no mientras estuviera bajo el poder de mi patética familia, de aquella que ahora tanto odiaba por obligarme a destruirme sin parar solo para cumplir sus grandes deseos.

—Señora Leah —gire al escuchar como me llamaban y suspiré pesadamente mientras arqueaba una de mis cejas —Ocurrió algo muy malo, venga conmigo.

—¿Qué pasó? —le miré sin entender al verla tan asustada y la seguí mientras buscaba una respuesta a su sorpresa.

—El señor, el señor Samuel, no sé que le ocurrió, llegó a la entrada de la casa con el rostro hinchado, mientras se ahogaba, lo subimos al auto, usted debe ir con él al hospital por favor.

La observé por un momento escuchando lo ocurrido y en ese instante supe que lo tenía así, una avispa, era alérgico a las avispas, y si estaba de tal forma fue porque una se acercó lo suficiente a él, o viceversa y terminó siendo picado, no sabía dónde estaba su kit para las alergias, solo sabía a lo que era alérgico gracias a la información que me había dado su padre, pero no tenía nada más, no era de ninguna ayuda, y eso me inquietaba. Pero sabía que lo único que podía hacer, como su esposa era entrar en ese auto y acompañarlo al hospital.

Fui casi corriendo hacia el coche y me senté atrás donde él se encontraba recostado, al verlo tan hinchado y con problemas para respirar mi corazón se estrujó, a pesar de todo el rencor que podía llegar a cargarle, le amaba aún, estaba como una tonta detrás de él y no podía controlarlo. Lo acomodé en mis piernas y le escuche quejarse leve mientras intentaba decir algo, negué ante los intentos fallidos acomodándolo como me enseñaron cuando tome clases de primeros auxilios, para que sus vías respiratorias estuviesen más despejadas y acaricie sus cabellos sabiendo que esto le gustaba.

—Vamos, relájate, no ganarás nada con desesperarte e intentar hablar, iremos al hospital y mientras tanto necesito que te mantengas alerta.

Mire por el retrovisor a Dante preocupada mientras este conduce lo más rápido que puede, Samuel ahora esta en peligro y sinceramente me preguntaba si eso lo haría cambiar de parecer respecto a su comportamiento conmigo. Eran pensamientos idiotas, eso lo tenía en cuenta, pero aun en el fondo la esperanza de que algo, que este algo en específico lo hiciera cambiar al menos un poco.

En el momento que fue ingresado de urgencias me dejaron fuera mientras una enfermera me hacía algunas preguntas de rutina, los datos básicos de mi esposo y lo que conocía de su historial medio, lo cual era prácticamente nulo, así que cuando la enfermera me dejo a solas con la planilla para que terminara de llenar aquellos datos que había marcado llame a la persona que quisas mejor lo conociera, al menos más que yo. Primero, pensé en llamar a sus padres, pero eso no funciono, declinaban mis llamadas, seguramente estaban ocupados, o pensaban que llamaría exclusivamente para pedir que nos sacaran de ese tipo de experimento en el que nos tenían a los dos, así que recurrí al último número que pensé marcar en mi vida, Susana.

—¿Bien? ¿Con quién tengo el gusto? —me quede en silencio al escuchar de nuevo la voz de ella, con quien había hablado tiempo atrás, solo para enterarme de la infidelidad de mi esposo, cuando me contaba como la tocaba, le prometía el cielo y las estrellas y me hacía quedar como una tonta ilusa delante de todo.

—Soy… —la voz me temblaba mientras creía una y otra vez si esto era lo correcto —soy Leah, necesito tu ayuda, estoy en el hospital con Samuel y necesito algunos datos que no conozco… supuse que tú podrías ayudarme con alguno de ellos.

—Sabía que necesitarían de mi ayuda en cualquier momento, bien linda, si en serio deseas tanto mi ayuda, deberás ayudarme tú a mí, necesito que consigas un nuevo móvil en donde me pueda comunicar con Samuel, si no estas de acuerdo con lo que te pido, puedes colgar.

Maldije en voz baja ante lo que pedía, se notaba por encima lo interesada que era, ni siquiera se estaba preocupando del porqué nos encontrábamos en el hospital, de por qué Samuel, quien se supone amaba y que me había confesado que lo hacía, su amado samuel se encontraba enfermo en el hospital. Ardía en cólera ante la idea, pero no tenía otra opción que aceptar a lo que ella quería, aunque principalmente intentaría convencerla de otra forma.

—Mira, Samuel esta muy enfermo, necesito los jodidos datos o podría morir ¿ayúdame bien? — suspiré comenzando a desesperarme por la curva que estaba tomando la conversación en este momento —se supone que lo amas, ayuda y sé buena para algo aparte de joder una familia de una puta vez ¿bien?

—Y tú ayúdame con lo que te estoy pidiendo, si no no hay nada, ni garantía que te ayude sin algo a cambio, así que, te escucho.

—Bien —maldigo en voz baja al haber caído en su trampa —te daré lo que quieres.

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