CUANDO ME VAYA. CAPÍTULO 20. La entrada al infierno
Jana frunció el ceño como si le hubieran estado hablando en un lenguaje que no conocía. En el suelo mojado frente a ella había una escoba de paja. Todas sus ropas estaban empapadas, tenía un frío como para morirse y aquella mujer acababa de golpearla.
Se puso de pie despacio y se dirigió a la puerta abierta sin tocar para nada esa escoba. Tenía que largarse de allí a como diera lugar, pero antes de que pudiera alcanzarla, sintió una mano férrea cerrándose sobre su cabello y tratando de lanzarla de nuevo al piso. Se giró deshaciéndose de ella y golpeó a la mujer directamente en la cara, con el puño cerrado, sin medirse, porque ella no era de las que participaba en una pelea de gatas.
Vio a Gemma llevarse las manos a la sangrante nariz, sorprendida, y empezar a vociferar como una loca al instante. Un segundo después la habitación se llenaba de otras mujeres, Álida la primera, y Jana supo que las cosas estaban muy jodidas para ella cuando bloquearon la puerta.
No podía creer que estuvier