Capítulo 95
La persona que llegó llevaba una máscara, pero su porte sofisticado era inimitable. Era Diego. Daniel lo vio también y, con una mirada profunda, sonrió.

—Vaya, señor Martínez.

—Señor Delgado. —Diego respondía con un aire de frialdad y desdén.

—¿Qué asunto tiene con mi esposa? —dijo, acercando a Irene hacia él.

—Hay algo en lo que me gustaría que Irene me ayudara. Justo la iba a invitar a almorzar, ¿señor Martínez, se uniría?

—¿Su abuelo le llamó? —Diego miró a Irene—. Esta noche regresamos a la casa familiar.

—Sí, llamó. —Irene se apartó suavemente de su abrazo, aunque ante los demás aún le daba un poco de consideración—. Estoy en mi uniforme, no me toques.

—Entonces, iré a buscarte esta noche. ¿Ya puedes salir? —Diego insistió, envolviendo nuevamente a Irene con su brazo.

—Irene, si tienes algo que hacer, podemos reprogramar. —Daniel, al ver que Diego lo ignoraba, se volvió hacia Irene con una sonrisa resignada.

—Señor Delgado, —Diego habló con frialdad—, no es apropiado que invite a
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