¡Diego ni siquiera la había tocado! ¡Eso lo frustraba aún más!
—No es eso... —Diego no sabía cómo explicarlo, así que optó por decir—. ¿Podrían ir a la habitación de huéspedes un momento?
Por el bienestar de su hijo, los dos no pusieron objeciones.
—No hay nadie abajo. —Diego subió rápidamente para avisar.
—Entonces me voy. —dijo Irene apresuradamente.
—¿A dónde vas? ¿No habíamos quedado en ir juntos a recoger a Vicente?
—Regreso a casa.
Irene no podía preocuparse por nada más, bajó las escaleras con prisa, sin detenerse a ver a Feli, y salió directamente.
Pensó que podría llamarle a Feli más tarde. Si él no quería quedarse, podría ir a buscarlo por la noche.
—¡Ire, voy contigo! —Diego salió tras ella.
—Voy a casa, ¿y tú qué...?
No terminó la frase cuando Diego la tomó del brazo y la llevó al coche. Él mismo le abrochó el cinturón de seguridad y dijo:
—No pienses demasiado. Mis padres solo quieren que nos reconciliemos pronto, y eso nos haría felices...
La cercanía entre ellos hacía qu