Él me miró, confundido. Tomé aire con fuerza, porque lo que estaba por confesar no era fácil.
—Fui juzgada y encontrada culpable… hace casi cien años, según el tiempo terrestre. Me impusieron sellos para limitar mi magia y fui exiliada. Desde entonces estuve viajando entre mundos, intentando encontrar un lugar donde vivir en paz. Llegué a la Tierra después de muchos fracasos, y me di cuenta de que aquí podía tener una vida normal. Pero cometí errores. Exposé mi identidad en más de una ocasión, y eso provocó que tuviera que huir constantemente. No fue hasta que llegué aquí —a este país, a esta ciudad— que comprendí que si revelaba quién era, me obligarían a irme nuevamente. Así que lo oculté… todo este tiempo.
Gale se quedó inmóvil. Su rostro había perdido color.
—¿Estás diciendo que… tienes más de cien años? ¿Cuál fue el crimen que cometiste?
Su voz era dura, tensa. No sabría decir si estaba enojado… o si estaba asustado. Pero sí sentí miedo. Miedo de que él se alejara de mí si decía l