36. Mareo, nervios y una llamada...
Dos horas después, habían conseguido estabilizar a Clara. Su situación no era la más favorable, sobre todo por lo inquieta que se encontraba, y su doctora de pila creía que las próximas cuarenta y ocho serían cruciales, así que solo restaba esperar.
La idea de llamar a Maurizio había sido un “no” rotundo para Cassio; sin embargo, sabía que esas podían ser las últimas horas de Clara y no era un desalmado como para no cumplir su último deseo.
Su primo llegó tan rápido como fue avisado.
— ¿Dónde está?
Cassio se tensó bajo el intento de Kathia por transmitirle tranquilidad a través del contacto de sus dedos entrelazados a los suyos. No era el momento para enfrentarlo.
Señaló con el gesto la habitación a la que habían transferido a Clara, pero, antes de que Maurizio cruzara la puerta, lo tomó firmemente por el brazo. Se miraron las caras.
— Si llegas a lastimarla… te juro que te arranco la vida con mis propias manos.
Maurizio pasó un trago.
— Clara representa para mí lo mismo que Kathia pa