10. ¡Era tu jodida esposa!
El siguiente par de horas no fueron fáciles para ninguno de los dos, y mientras Cassio intentaba dar un paso, Kathia retrocedía dos.
Él sabía que debía ser paciente, que el camino de la reconquista le tomaría tiempo, y no importaba cuanto, solo quería conseguirlo.
Por ella.
Por Kathia… su Kathia.
Solo quería que supiera que no iba a lastimarla, no otra vez, y que iba a redimirse toda la vida de ser necesario.
Suspiró con una sonrisa cuando la vio genuinamente concentrada en lo que hacía. Kat siempre había sido muy apasionada, en lo laboral y lo personal, sobre todo en la cama. Deseaba tanto volver a tenerla desnuda bajo su torso que no se percató de que ella llevaba varios segundos intentando preguntarle algo.
— Si vamos a hacer esto, necesito que te concentres, Cassio— murmuró ella, observando el reloj en su muñeca. Quería llegar a tiempo para llevar a su hija a la cama.
Cassio se humedeció los labios.
— ¿De verdad te espera alguien en casa? — esa era una pregunta seria, y aunque le