Regina se encontraba en su pequeño departamento, mientras miraba por la ventana, divagando, por alguna razón, que no entendía ni quería aceptar, Nicolás siempre aparecía en su mente en medio de esas divagaciones. Recordaba los momentos compartidos y la traición, una traición que posiblemente tenía más tiempo de lo que había imaginado.
De repente, un golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos.
«¿Será Ismael?», pensó, parecía ser del tipo de persona lo suficientemente insistente.
Con determinación, se acercó a la puerta, lista para poner fin a cualquier intento de hacer las paces, las cosas ya estaban claras y no quería más complicaciones. No las necesitaba.
Pero al abrir, se encontró una cara completamente distinta. No era su viejo amigo, no, se topó con su exmarido, y eso era muchísimo peor. Por un momento deseó que hubiera sido Ismael. Lo hubiera preferido.
Rápidamente, intentó cerrarle la puerta en la cara, pero el hombre, con un brazo y un buen uso de su fuerza, se lo impidió,