Era verdad, les había mentido a todos como una mitómana profesional, pero lo peor de todo, lo que más le punzaba y le rompía el alma, era que se había mentido a ella misma y todo para complacer a alguien más, alguien quién ni siquiera valía la pena.
—Me quedé con los ojos cerrados, ciega, sorda, estúpida —rabió y se golpeó las piernas con rabia.
—¿Y por qué volviste a la universidad un año después? —insistió Joseph, anhelando conocer toda la verdad detrás de sus cambios de carrera y fallas académicas.
—Me sentía destruida, Joseph, estaba frustrada, incompleta. No era lo que yo quería. Yo quería estudiar, triunfar, quería tener… —sollozó a