Capítulo 5

-¿Cómo estás? 

- Creí que no vendrías más. 

- Sólo fue una semana, pero ya estoy aquí. 

Me acerco y le saco la capucha y suelto sus manos y pies como ya se nos hizo costumbre. 

- Mira lo que te traje.

Entregarle un CD de recopilatorio y ver como se le va iluminando el rostro con cada canción que va leyendo me hace dar cuenta que no estoy equivocado con la decisión que tome. 

Me da igual los planes que tenga mi padre, simplemente no voy a seguir su juego y mucho menos hacerle nada que la pueda perjudicar con el tiempo. 

- Está hermoso, gracias.

Dice levantando la mirada hacia mí y puedo ver la duda de si levantarse o quedarse ahí, aunque si se levanta no se que haría yo. 

- ¿Te ha gustado?

Le preguntó aún sabiendo la respuesta por la cara que tiene. 

- ¿Estas de broma? Claro que me gustó.

Me dice sonriendo, logrando con ello que yo ría como tenía tiempo que no lo hacía. 

Estar con ella aunque sea en esta condición es totalmente diferente a cuando estoy con Paola, aunque ella y yo solo aparentamos ser novios en público o delante de nuestros padres pero no somos más que amigos. 

- Blanca, tarde esta semana sin venir porque estaba arreglando unos asuntos. 

Ella sólo me miraba sin decir palabra esperando a que yo siguiera. 

- Aún no te lo diré, pero tiene que ver con nosotros. 

- ¿Nosotros? 

Me pregunta con dudas y no me extraña porque hasta yo me sentí raro pronunciando nosotros. 

- Aunque suene raro si, nosotros.

Le digo volviendo a repetir, haciendo que ella preste toda su atención dejando el CD a un lado y mirándome.  

- Pero como ya te dije aún no te diré nada. 

- No seas así, empiezas, terminas.

Me dice poniéndose de pie y acercándose a mi haciendo que me ponga nervioso, se supone que quien tiene que poner nerviosa a ella soy yo no al revés, pero es inevitable, toda ella es para ponerse nervioso y más. Es más alta de lo que creí, su cuerpo delgado pero tornado en todos los aspectos, su nariz refinada, sus labios carnosos, esos ojos, Dios! Es una mujer de ensueño para cualquier hombre. 

- Deja de mirarme así. 

- ¿Cómo? 

- Así, como me estás mirando, me intimidas.

- ¿En serio te intimido? 

- Aunque no lo parezca, si.

Me dice y puedo notar como se va ruborizando, me acerco a ella ya que se quedó parada. Mi respiración en este momento es un caos y al acercarme más me doy cuenta que la de ella también. 

- No se que me pasa, pero estar a tu lado me hace confiar en que no me harán daño en este lugar. 

Me dice mientras sus ojos se cristalizan. 

- No permitiré que te hagan daño. 

Le digo a sólo milímetro de su boca, pero me alejo porque no creo que si le beso pueda parar y sólo quiero que siga confiando en mí para sacarla de aquí, ya se que la encerraré en otro lugar pare estará mucho más cómoda que aquí. Cuando se lo mencioné a mi padre se negó rotundamente, así que lo hice a mi manera. 

- Tengo que irme, sólo te traje esto para que...

Me quedo en silencio mirando a los lados, ¿cómo pude ser tan estúpido? Aquí no tiene nada en donde escuchar el cd, apenas logré que le pongan una mesa para que coma más cómoda. 

Uno de los chicos me dijo que le llevan la comida y la sueltan para que coma sola y eso es un avance lo cual no creo que mi padre sea el responsable y en la ducha igual, una de las chicas la lleva al baño y la deja ducharse, de eso ya llevan tiempo y no me había enterado hasta hoy. 

- Leeré las canciones, no se si algún día las pueda escuchar, pero gracias por el disco. 

Me dice volviendo a su lugar, logrando que se me forme un gran nudo en la garganta. 

Casi cuatro meses aquí y mi padre no deja que le acomode, esto ya se está saliendo de control y haré lo que tenga que hacer antes de que esto pase a más. 

Salgo del lugar y todos se quedan mirándome, no entiendo bien el por qué me miran, pero me imagino que es porque no tengo buena cara, no he dormido muy bien últimamente planeando todo y buscando todas las maneras posibles de que mi padre no se de cuenta de nada. 

Hace dos días que la vi con su cara de felicidad cuando recibió el cd y después de tristeza cuando recordamos que no tiene donde escucharlo, dos días en los cuales no he dejado de pensar en cómo sacarla de ahí.

- Hola padre. 

Digo nada más mi padre respondió el teléfono. 

- Hijo, ¿Cómo va todo?

- Todo bien papá, sólo quería saber hasta cuando llevarás todo esto, ella está sufriendo en ese encierro sin fundamento.

- Tú no eres quien para decirme lo que tengo o no que hacer, ¿Me escuchaste bien? Así que no cuestiones mis decisiones y has lo que te ordeno, ¿Estamos? 

No digo nada y solo me quedo pensando en su reacción cuando se de cuenta que ella no seguirá ahí, que me la llevaré conmigo. 

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