A la mañana siguiente, Isabella estaba en la habitación de Adeline, cepillando con suavidad el cabello de Dorothea y luego el de Adeline. Durante todo ese tiempo había estado ensayando mentalmente cómo sacar el tema del matrimonio arreglado con Jasson. Pero por más que le diera vueltas… no tenía idea de por dónde empezar.
—Adeline —la llamó con voz suave mientras le pasaba el cepillo con movimientos lentos y cuidadosos para no lastimarla. Dorothea, en cambio, estaba completamente concentrada en el juego de su teléfono.
—¿Sí, mamá? —respondió Adeline.
—Jasson es un buen chico, ¿sabes? —comenzó Isabella con ternura.
Adeline no respondió. Simplemente rodó los ojos, perdiendo el interés en cuanto escuchó su nombre.
—Mamá, ¿ya terminaste? Quiero ir al jardín —dijo Adeline, claramente intentando huir de la conversación. Isabella no tuvo más opción que dejarla ir.
Adeline tomó a Dorothea de la mano y prácticamente la arrastró fuera de la habitación rumbo al jardín trasero.
—Esa