Punto de vista de Adrián

Como era domingo, decidí visitar el apartamento de Valentina, esperando encontrarme con ella y hablar. Me alisté rápidamente, tomé las llaves de mi coche y salí. Pero al pasar por la habitación de Sofía, su voz me detuvo en seco.

—Por supuesto que te quiero y mi matrimonio con Adrián no afectará nuestra relación. Podemos seguir pasando tiempo juntos como lo hicimos ayer. Dime el lugar y la hora; allí estaré. —Dijo.

Su tono era dulce y conspirativo, un marcado contraste con la fachada inocente que mostraba conmigo. Mi sangre hirvió mientras asimilaba las implicaciones de sus palabras. No necesité mucho esfuerzo para adivinar que estaba hablando por teléfono con su amante.

Apreté los puños, furioso. Ella andaba por ahí comportándose como una cualquiera mientras yo había confiado estúpidamente en sus palabras. Mi mente se llenó de imágenes de su traición, cada una más enfurecida que la anterior.

Era hora de darle una lección.

Sin pensarlo dos veces, abrí la puerta