El avión, poco a poco se llena y justo cuando la azafata está por cerrar la puerta, Harding y Miley entran al avión, haciendo que los Stewart palidezcan.
— Oh, por Dios. Cariño…— No digas algo. Mira hacia cualquier lado, menos hacia la puerta. Recuerda que estamos distintos. Ellos no van a buscar a una pareja de pelirrojos — le dice su esposo, aunque el nerviosismo lo invada al punto de no atreverse a mirar hacia ese lugar o siquiera algo más que el suelo.Harding, quien tenía claro la vestimenta de ambos, se acerca hacia los puestos cuando los encuentra, mientras Miley sigue apenas su paso.— Cariño, viene hacia acá — susurra la señora Stewart. — No te preocupes. Seguramente va a pasar de largo — dice su esposo, levantando su mirada lentamente.— ¿Estás seguro? Porque siento su mirada en nosotros — murmu