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Esposa sustituta
Esposa sustituta
Por: Lala-Sula
Capítulo 1: Sentir dolor

Sonrió con amargura, mientras todos observan la escena sorprendidos, porque el gran Harding Lennox, se encuentra arrodillado frente a mí hermana Marisa, sosteniendo un anillo que podría valer más que mi vida. 

Todos, escuchamos las palabras más dulces de un hombre tan frío, que incluso, me hace sentir que estoy soñando. Pero no es así. El gran Harding, el magnate de los negocios y el hombre que tanto he amado, está proponiéndole matrimonio a mi hermana. 

— ¿Aceptas casarte conmigo, mi querida, Marisa? — pregunta Harding y mi hermana, primero observa el anillo, mirándolo con desagrado. 

— ¿Así es de grande tu amor que me estas proponiendo matrimonio con esta baratija? — pregunta mi hermana y yo casi escupo mi champaña por ello.

¿Una baratija? ¡Ese anillo es la última entrega del gran joyero Breston Pardson! ¡Ese anillo que considera una baratija, es el anillo más costoso y hermoso de su colección, la cual supera el precio de los cincuenta billones de euros! 

¿Cómo puede decir que es una baratija si ni teniendo mucho dinero, podrías comprarlo porque solo hay uno hecho a mano del gran joyero que coloco en el mismo, cristales de diamantes, esmeraldas y rubíes, para hacerlo tan majestuoso? 

Dios, Pardson debe estar llorando en su taller, por ser su obra maestra despreciada. — me digo mentalmente.

— Lamento mucho ser tan desatento, querida. Tienes razón, esta baratija no está a tu altura. Por lo que, prometo darte el anillo que más te guste. Sin embargo, ¿podrías responderme si deseas ser mi esposa? — pregunta Harding mostrando la sumisión que solo muestra con Marisa.

— Esta bien. Acepto ser tu esposa — dice con poco interés, mientras Harding sonríe complacido. 

Ver la escena, me produce malestar. Pero, debo quedarme. Sobretodo porque estamos frente al gran Harding que no aceptaría que alguien de los presentes haga un comentario al respecto o se atreva a ofenderlo marchándose. 

La pareja, que estoy segura, no duraría mucho de casados, se besa de una forma tan simple, que demuestra cuan afectuosos serán en el futuro. Cuando llegan a nuestra mesa, mis padres abrazan a su hija y felicitan a su bien más preciado; su yerno. 

Después, llega mi turno donde felicito a mi futuro cuñado y el hombre del que estoy enamorada. Buscando mis actitudes de actriz, le sonrío y muestro que estoy feliz por su compromiso, estrechando su mano, mientras él dolor me invade.

Esta bien. De todas maneras, estabas destinada a no ser su esposa — murmuro mentalmente.

— Felicidades, señor Lennox — le felicito.

— Gracias — dice, para después ignorarme como siempre lo hace.

Cuando llego hasta donde esta mi hermana, su mirada altiva me da una clara señal de cuanto le encanta ser el centro de atención aunque no ame a su ahora prometido.

— Felicidades, hermana.

— ¿Viste como me lo propuso? — pregunta con fingida emoción, mientras mi corazón duele.

— Sí, felicidades.

— ¿Me acompañas al baño? — pregunta y yo asiento. 

Cuando estamos por irnos, su prometido la toma del brazo y ella le dice que va a hacer.

— No te demores o iré a buscarte — dice y ella sonríe para después, darle un beso que lo doblega.

— No tardaré, cariño — dice para después marcharse. 

Con fingido cariño, me toma del brazo y se marcha conmigo, como si fuéramos íntimas amigas o hermanas que se aman. Sin embargo, apenas entramos al baño, me suelta con brusquedad y me muestra la verdadera Marisa que ama despreciarme. 

— ¿Qué se siente que tu hermana se case con quien amas? — pregunta sonriente y yo trago duro.

— Era mi amor de adolescencia. Ya lo supere. — le informo y ella bufa incrédula.

— En tu cara se nota que aún lo amas. Así que, hermana, puedo ser buena contigo y cuando quiera intimar conmigo, puedo planear todo para que lo hagas con él en mi nombre. — dice mi hermana y yo la observó confundida.

— ¿Qué dices?

— El tonto de Harding cree que soy virgen y es mi virginidad la que sacó a flote la empresa de mi padre. Por lo que, debo entregarle esa virginidad por la que pagó mucho. Sin embargo, hay un problema…

— No eres virgen — murmuro y ella sonríe asintiendo.

— Exactamente. Ya eso de ser virgen hasta el matrimonio, no se usa. Pero, él es un poco antiguo en eso. Por lo que, debo darle una virginidad.

— ¿Y por qué debo darle la mía? 

— Porque lo amas. Así, tú cumples tu sueño de tenerlo y yo ignoro que cumpliste ese sueño. — dice sonriente mientras se arregla el cabello.

— ¿Cómo es posible que no te moleste casarte con alguien que no amas? — pregunto sorprendida.

— Si vieras sus cuentas bancarias, te abrirías de pierna por algo más que solo cumplir tu sueño, hermana. Así que, no me culpes por ser ambiciosa, cuando fue eso lo que no nos dejó ir a la bancarrota.

— ¿Realmente vas a casarte? — pregunto al saber que ella tiene encuentros casuales con un chico. 

Alguien toca a la puerta y ella dice adelante, apareciendo al segundo siguiente el hombre con la que la he visto salir. El chico, ya un uniforme de mesero y yo suspiro profundo al ver como los dos se miran con tanto deseo, que podría decir que están ansiosos por devorarse cual animal en celo. 

— Debes estar bromeando.

— Sal a vigilar la puerta. Necesito liberar mi frustración por tener en mi mano, un anillo tan barato. — dice mi hermana y yo intento fingir que no es lo que yo creo que es, sin embargo, antes de salir, mi hermana, ya se ha lanzado a los brazos del chico, besándolo con tanta intensidad, que podría decir que lo ha dejado sin labios. 

Niego al saber que no puedo hacer algo al respecto. Después de todo, ella es la hija legítima de mi familia, a la que yo debo cubrir y proteger de todo. Por lo que, si debo cuidar la puerta, mientras ella tiene sexo con el mesero, minutos después de comprometerse, debo hacerlo. 

Cabizbaja, me quedo en la puerta, mientras recuerdo todas las veces que he tenido que cubrir sus travesuras y siendo mi hermana la culpable, era yo quien era golpeada por no enseñar bien las cosas a mi hermana. 

Sabiendo que no puedo fallar en el cuidado, miro a todos lados cada cierto tiempo, hasta que aparece mi cuñado con una mirada fría. 

Hay no, ¿por que tan rápido? — me pregunto mentalmente 

— Marisa, date prisa, ya viene tu prometido. — murmuro.

— Distráelo — dice Marisa y al poco tiempo, llega Harding hasta donde estoy.

— ¿Qué pasa con Marisa? ¿Por qué se demora tanto en el baño? — pregunta Harding y yo trago duro.

— Ella… se siente mal y me ha pedido que la deje sola mientras se recupera un poco — digo y él hombre que miraba con dulzura a mi hermana, me observa con una mirada fría que bien podría congelarme por completo.

— Revisaré. — dice caminando hacia la puerta del baño.

— ¿Cree que le miento? — pregunto interponiéndome en su camino.

— Marley…

— Me llamo Miley 

— Como sea. No me estés molestando. Intento ser amable porque eres la hermana de mi prometida, pero, no toleraré que te interpongan en mi camino, ¿lo entiendes? 

— Señor, yo…

— Quítate. Necesito confirmar que esta bien o si debo llamar una ambulancia.

— Señor, no es necesario. 

— Si se siente mal, aunque llame al mejor doctor del mundo por un resfriado, es necesario. Así que, si algo le cayó mal, debo ver si necesita que llame una ambulancia y el que estés en el medio, impide que lo haga. Así que, aléjate o tendré que ser rudo contigo. — me advierte, mientras mi corazón duela.

¿Por qué a mí no me puede tratar como lo hace con mi hermana? ¿Por qué es ella la que merece su amor y yo no? ¿Por qué siempre soy la maltratada, mientras ella recibe lo mejor? ¿Qué mal habré hecho?

Durante mucho tiempo, he estado preguntándome si realmente merezco todos estos tratos por estar en la familia de alguien que no me pertenece. Pero, yo no escogí quedarme sin mis padres biológicos y que quienes decidieron adoptarme, fueran así. Entonces, si no he sido yo la que he decidido, ¿por qué soy la única que sufre?

— No te mortifiques más, Miley. Por más que te preguntes que has hecho mal para merecer todo esto o que puedes hacer para cambiarlo, nada va a solucionar el problema que tienes. 

>> Porque tú no eres el problema, el problema son ellos que no te quieren. Tú no eres la culpable. Son ellos que no saben apreciarte y tú no tienes el valor o la fuerza para marcharte. Que tonta eres, Miley. Tan tonta para amar a personas que no te aman.

Acostada en mi pequeña habitación, me hago las mismas preguntas sin respuestas hasta que mis ojos, lentamente se cierran, recordando que por muy pesado que sea, el día ha llegado a su fin. 

Mañana será un nuevo día. Espero que sea mejor que este o podría morir de tanto estrés y dificultades que solo mi familia me hace pasar. Bueno, y Harding. El hombre que amo y evidentemente no le intereso. 

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