El día siguiente era la cena de ensayo. Otro día en el que tengo que actuar como el novio feliz, emocionado por casarse con la mujer que supuestamente ama. Gracias a Dios por el whisky, en ese momento iba por mi quinto vaso, y me estaba quitando un poco los nervios. He estado bebiendo mucho últimamente, es la única manera de poder dormir e ignorar este enorme agujero que tengo dentro. Ni siquiera puedo mirarme a mí mismo. No soporto verme, me da asco.
“¿Cole?” Levanto los ojos y miro a la terapeuta sentada frente a mí. “¿Quieres decirme por qué estás aquí?”.
“Te pareces a ella”, le digo, y ella frunce un poco el ceño y se humedece los labios. Era una mujer hermosa, de pelo largo y oscuro, ojos verdes, pero mayor. Tenía un gran parecido con Shayla, y eso me reconfortaba. Sin embargo, Shayla era mucho más hermosa, en todos los sentidos.
“Cole, esta es tu tercera sesión, y no hemos hablado de la verdadera razón por la que estás aquí”, me dice Annabelle, y yo me encojo de hombros con