Capítulo 35: ¿Quién dijo que no me importa?
El ambiente pareció congelarse. La sonrisa de Rodrigo se mantuvo, pero la postura de Andrews se endureció. Su mirada se fijó en su amigo y, sin decir nada, giró la copa de vino de un solo trago, apoyándola con firmeza sobre la mesa de vidrio.
— Si repites eso una vez más —su voz era baja y amenazante— nuestra amistad termina aquí y ahora.
Rodrigo se rió a carcajadas, señalando a Andrews mientras aún sostenía su propia copa.
— ¡Lo sabía! —rió un poco más, sacudiendo la cabeza—. Estás enamorado de ella.
Andrews desvió la mirada, carraspeando, intentando mantener la compostura. Su mandíbula se tensó mientras negaba, tratando de ignorar el nudo en el pecho al escuchar esas palabras.
— No seas ridículo. No me acercaré a ella y tampoco permitiré que ninguna mujer se acerque a mí —cruzó los brazos, con un tono cargado de amargura—. No después de lo que mi madre hizo, de lo que Janete hizo. Ya aprendí mi lección, no son confiables, por eso pref