Veintiséis.
Ubicada en un campo, a las afueras de la ciudad. Como si quisiesen mantener su presencia oculta de los medios.
La otra parte de la familia de Erick era territorio desconocido, según lo que podía apreciar en la fachada exterior se trataba de un lugar nada lujoso, lo cual realmente le sorprendía considerando las excentricidades en las que viven los Russo en particular.
Erick alguna vez le había dicho cómo llegar, pero jamás creyó posible que sería así de fácil.
— Oh, hola... — Anastasia se sobresalta cuando la puerta apenas se abre luego de que la tocara un par de veces. — Yo soy A-
Ni bien completó la oración le cerraron la puerta en la cara.
«Esto va a ser difícil»
Horas fueron y vinieron, seguía afuera, soportando el calor y la sed, también el hambre. Nadie parecía tener ganas de salir y abrirle la puerta, por supuesto ¿Quién querría abrirle a la mujer que causó un escándalo con Máximo Russo, quien se creía muerto?
— Ni siquiera debería estar aquí... — Murmura de mala manera.
Por un