POV: Zara Caldwell No dejo de mirar de reojo la pantalla del teléfono mientras aprieto con fuerza la taza de té entre mis manos. Solo quisiera un mensaje. O una llamada. Pero nada ocurre.—Zara —me llama Renzo, haciéndome dar un respingo—. Céntrate. ¿Qué pasa? Desde que llegaste estás distraída. Y parece que no has dormido nada.Tiene razón. Anoche no pegué un ojo, pensando en Evander. No me ha llamado ni enviado un solo mensaje. Tuve una pequeña, tonta esperanza cuando vi la noticia sobre la cancelación de su compromiso. Fue una estupidez.—Sí, tienes razón, abuelo. No dormí nada —admito, aunque no le digo toda la verdad—. Todo esto me tiene muy nerviosa. Cole no despierta y temo que algo malo pueda pasarle.—Créeme, estoy impaciente por conocer a esa mujer que supuestamente resolverá todo esto —expresa con preocupación—. ¿Cuándo dijiste que llegaría?—A las diez de la mañana —respondo, bebiendo un sorbo del té de hierbas que me han preparado—. Iris me dijo que iría al aeropuerto a
POV: Natalia Harrington Me despierto con un ardor incómodo entre las piernas. Los párpados me pesan como si tuviera piedras colgando de ellos, y el dolor de cabeza me martilla con violencia.Al incorporarme en la cama, todo gira a mi alrededor. Me doy cuenta de que sigo usando la misma ropa de anoche, excepto la blusa. Una sensación extraña en mis pechos me inquieta: arden y los pezones están hinchados, sensibles al más mínimo roce.Entonces recuerdo el bar. A Kristi, a sus amigos, y el trago que me ofrecieron. La reacción inmediata en mi cuerpo. Kike y yo en una habitación. Yo riendo, él encima de mí, besándome, despojándome de la ropa. Y después...Salto de la cama alarmada, tropezando hacia el baño mientras me quito como puedo lo que aún llevo puesto. Me examino frenéticamente. ¿Hice algo con Kike? Mis pechos están marcados de chupetones; en el cuello, algunas huellas más discretas. Bajo la mano hasta mi entrepierna: está resbalosa, irritada, me arde como si algo hubiera sido forz
POV: Zara Caldwell Cuando mi teléfono vibra con un mensaje, salto a tomarlo, esperando que sea Evander quien por fin responda a mis incesantes mensajes. Sin embargo, la ilusión se desvanece al ver que no es él, sino Iris.«Estoy en el apartamento con la abuela, ven a vernos.»Había estado esperando este mensaje, pues la abuela de Iris es la clave para poner fin a este calvario. Aun así, no puedo evitar sentirme decepcionada. Quería una respuesta de él.Salgo de la mansión poco después, acompañada de Bob, y le pido que me lleve al apartamento de Iris. En el camino, le envío un mensaje al abuelo informándole que la anciana ya ha llegado. Desde el hospital me avisaron que Felicity despertó, pero Cole sigue inconsciente. Supongo que mientras él no despierte, no podrán hacer mucho.—Espera aquí, Bob, o, si prefieres, puedes regresar. Me quedaré con Iris —le digo al bajar del auto.—Llámeme cuando salga —responde antes de marcharse.Me quedo mirando un momento en la dirección en la que se
***No pude dormir anoche. Los párpados me pesan y la cabeza me late con un dolor sordo. El sol ya se ha colado por las ventanas, marcando el inicio de un nuevo día. Y, por fin, tengo una respuesta para Camelia.Pasé la noche con el teléfono en la mano, tentada a llamar a Evander y contarle mi decisión. Pero sabía que no contestaría.—Bob, llévame de nuevo a casa de Iris —le digo al encontrarlo abajo, conversando con Natalia. En cuanto me ve, ella se aparta de él con las mejillas encendidas.Levanto una ceja, observándolos. Ya no se ven tan incómodos como antes. Hay algo distinto en el aire entre ellos.Bob se aclara la garganta.—Voy preparando el auto —dice, y se marcha.Miro a Natalia, que no logra disimular el rubor que le tiñe la cara.—Sabes que la chica con la que lo viste besarse no es su novia, ¿verdad? —le suelto, y sus ojos se iluminan.—¿De verdad? —pregunta, incapaz de ocultar la esperanza en su voz.—Se lo pregunté directamente —le guiño un ojo—. Solo era... una amiga de
Venir a trabajar con hambre, sueño y dolor de cabeza no es la mejor manera de empezar el día. Pero aquí estoy, sirviendo café para mi gruñón jefe. ¿Qué le pasa a ese viejo amargado? Si está muy frío, lo devuelve. Si está muy caliente, también. Si está tibio, lo mismo. ¿Quiere tomar orina o qué?Regreso a su oficina con otro café, forzando la sonrisa mientras lo dejo sobre su escritorio. Me observa a través de sus lentes de pasta oscura, toma un sorbo y, como era de esperarse, frunce el ceño.Aquí vamos de nuevo.—Sabe horrible —dice con calma, y me da un tic en el ojo—. Tráeme otro.Estoy segura de que me odia. Sí, eso debe ser. Tranquila, Tess, respira.—Con todo respeto, señor, pero ya van cinco cafés con este…—¿Me estás cuestionando? —se quita los lentes, y eso solo significa que quiere pelear—. ¿Además de incompetente, atrevida?—Es solo un café. Todo el tiempo que he perdido en esto podría haberlo invertido en trabajo, señor —sueno tan harta que ni me esfuerzo en disimularlo.—A
—L-lo siento —tartamudeo—. Es que… me tomaste por sorpresa, ¿sí? Vamos, hombre, eso no se le hace a una dama.El tipo se gira y me mira, confundido, pero también furioso. Por un instante, creo que va a pegarme, porque su expresión lo dice todo. Pero en lugar de eso, me sujeta la muñeca con fuerza y se inclina hacia mi oído.—Te has vuelto completamente loca, Zara —susurra. Mi cara debe ser un poema ahora mismo —. Vas a pagar por la humillación que me hiciste pasar hoy, ¿entiendes? Ahora ponte recta y sonríe. Es lo único que queda después del espectáculo que montaste.Quiero responder, pero él me toma de la mano y me obliga a mirar al frente. Lo hago, aunque entrecierro los ojos por la incomodidad de los flashes que no dejan de cegarnos.De repente, la gente empieza a aplaudir y a darnos felicitaciones que, en lugar de emocionarme, me hacen sentir incómoda.Sí, esto es, sin duda, una puta boda. Me acabo de casar. Acabo de dar el "sí". Y no tengo la menor idea de cómo pasó, si lo últim
No puedo creer lo que ven mis ojos. Mi mandíbula casi se desprende al ver la inmensa residencia de lujo frente a mí. ¿Esta es mi casa? ¿La de Zara y Cole?Mi esposo se baja del auto sin molestarse en abrirme la puerta, como hicieron esas amables y desconocidas personas frente a la iglesia. Simplemente ajusta su impecable traje y camina hacia la entrada.¿Con qué tipo de gusano te has casado, Zara? Bajo por mi cuenta, porque no necesito a un bastardo para resolver problemas como este. Sin embargo, termino cayendo al suelo cuando tropiezo con el vestido y los tacones. Es tan grande e incómodo. ¡Qué malditos gustos!—¡Oye! —le grito a Cole— ¿No puedes echarme una mano?Él se voltea y me mira. Con esa expresión de desprecio, parece decirme desde arriba que soy un insecto que debería ser aplastado por su zapato en este mismo instante.—No te mandé a usar ese ridículo vestido —escupe, antes de continuar su camino, dejándome atrás.«Vale, con que esas tenemos. Ya verás.»Me levanto como pue
Me he quedado dormida. Por todos los santos, caí en un sueño de mil años. Ni siquiera me he quitado el vestido de novia, y la oscuridad en la ventana me indica que ya es de noche.Miro a mi alrededor. Sigo aquí, atrapada en un cuerpo que no es mío, en una vida que no me pertenece. ¿Acaso nunca volveré a mi estado original?Me incorporo con desgana, tentada a seguir disfrutando de la suavidad de la cama, pero tengo cosas que averiguar. Me dirijo al baño, inmenso y lujoso, con una bañera gigante, un espejo imponente, una amplia ducha y jabones con lociones de todos los aromas imaginables.Paso una eternidad en el agua, zambulléndome y saliendo a la superficie, jugando con la espuma como una niña con juguetes nuevos.¡Esto es vida!Media hora después, envuelta en una toalla, abro el armario y dejo que mi dedo elija al azar entre los exquisitos vestidos. Debo admitir que Zara tiene un gusto impecable: prendas elegantes, atrevidas y sofisticadas, dignas de una dama de la alta sociedad. Me