14. Alimentos y vestidos para la Reina
La joven reina se abrazó a sí misma, frotando sus brazos desnudos en un intento para quitarse el escalofrió que sintió mientras miraba disimuladamente de lado a lado en busca de una salida. No le agradó eso de quedarse encerrada.
—¿No... me darás de comer?
Valdimir arqueó una ceja, respondiéndole con una expresión burlona:
—¿Qué clase de esposo no le da de comer a su mujer? Dentro de poco vendrán a traerte algo de comer y las ropas que utilizarás, más adecuadas para mi reino —El tono que usó fue tan irónico y seco que Aelina pudo sentirlo incluso si hubiese sido sorda o ciega.
—Los esposos no estrangulan a sus esposas ni le arrancan el cabello —murmuró la chica mirándolo de reojo, su voz cargada de resentimiento—. Dejarme morir de hambre y con un solo vestido como si fuera tu prisionera no suena algo descabellado.
Cuando ella dijo eso, Valdimir esbozó una risa que Aelina no pudo descifrar si era espontánea, natural o irónica. Pero tan rápido como llegó, se fue, en el instante que él vo