Serena pensó que, si algún día se quedaba sin dinero, vieja y con la belleza marchita, y ya no le ofrecían papeles... bien podría trabajar de empleada doméstica para alguna familia rica.
Si tenía suerte y su jefe era como Esteban, incluso podría viajar al extranjero dos veces al año.
Usó su huella para abrir la puerta.
Tal como imaginaba, la casa estaba completamente a oscuras.
Encendió las luces.
Esteban no estaba en casa ese día.
Después de todo, como buen CEO, tenía más de una residencia.
Y con todos los compromisos sociales que tenía, era completamente normal que no se lo viera.
Serena se dio una ducha rápida. Estaba tan cansada que cayó rendida en la cama.
No se despertó hasta el mediodía del día siguiente.
Despertó con hambre. Bajó a la cocina, abrió la nevera y se sirvió un vaso de leche.
Mientras calentaba la leche en el microondas, Ted le mandó un mensaje.
Ted: 😬😬😬
Ted: Estoy de vacaciones, señora. Si necesita algo, me lo dice cuando termine el feriado.
Serena, mordida por