El director Basilio tenía una expresión de absoluta incomodidad.
Para ser sincero, no era la primera vez que veía a los inversores intentar meter a la fuerza a sus "recomendados" en su producción.
Pero que Lorenzo, quien ni siquiera había invertido un centavo en su película, tuviera el descaro de exigirle un papel para su novia... eso ya era el colmo. Basilio estaba tan indignado que ni siquiera sabía qué decir.
Los padres de Lorenzo lo habían ayudado en sus años más difíciles, sí, pero Lorenzo como tal, no.
Y ahora, como director de renombre, Basilio no era como la pobre gerente del hotel a la que Lorenzo había despedido con una llamada. Él no era alguien que se dejara intimidar tan fácilmente. Lorenzo simplemente no tenía ese poder.
—Director Basilio —dijo Lorenzo, rompiendo el silencio—, sé que tu equipo es difícil de acceder. Pero tú mismo dijiste que le debías un favor a mi familia. ¿Acaso vas a romper tu promesa?
Basilio lo miró con una mezcla de incredulidad y molestia.
—¿Estás