Aunque Cebrián solía ser una persona reservada y poco habladora, cuando se trataba de convencer a inversionistas, era sorprendentemente hábil. La mitad de su talento estaba en la dirección de películas, y la otra mitad... en conseguir financiamiento.
Sin embargo, en ese momento, sentado frente a Esteban, no logró decir ni una sola palabra durante varios minutos.
Esteban lo miró con frialdad y preguntó con tono impasible:
—"¿Cuánto necesitas?"
Cebrián dudó unos segundos antes de responder:
—"¿Ochenta millones de dólares? Bueno... también podrían ser sesenta... si no hay más remedio, incluso treinta millones servirían."
Pensaba conseguir el resto por otros medios. Con su reputación, confiaba en que terminaría reuniendo el dinero.
Esteban se levantó con calma:
—"Mañana, mi asistente Yair se pondrá en contacto contigo."
Cebrián abrió mucho los ojos, incrédulo:
—"¿Hablas en serio?"
Esteban curvó ligeramente los labios, sin mostrar una sonrisa cálida, más bien una advertencia:
—"El dinero n