Amaranta se alejó rápido del hombre, le mirò con ojos feroces.
Diego los mirò con duda, tuvo un mal presentimiento, pero no supo por qué, era incapaz de pensar que había algo entre ellos, puesto que para Diego aún pensaba que tenían lazos consanguíneos.
Enrique los vio subir y alejarse, y sintió rabia.
***
Entraron a su habitación y Amaranta estaba nerviosa.
—¿Qué pasa? ¿Por qué discutías con tu primo?
Amaranta se puso nerviosa.
—Yo… ya sabes, problemas.
Diego la mirò con ojos severos.
—Dime algo, Amaranta. Enrique conoce a ese hombre con el que te fugaste.
Amaranta se puso temblorosa.
—Por favor, ya no me preguntes nada, ¿no has tenido suficiente? Soy tu esposa, no escaparé con nadie.
Diego lanzó un suspiro, asintió lento y fue a darse un baño.
Amaranta se sentó en la cama, estaba cansada.
***
Mónica y Silvia hablaban en el salón principal.
—Tienes que llevarla hasta allá, quiera o no quiera, Jorge va a participar en la cacería, así que al llevarte allá a Mariza, debes hacerla cae