Mariza rompió el beso, sintió la mirada tierna de Jorge sobre ella.
—¿Qué haces?
—Besarte, amarte, eso es lo que quiero.
—No vuelvas a hacerlo.
—¿Por qué? No dijiste que debíamos fingir.
Mariza hundió la mirada.
Jerónimo pidió la atención de todos.
La gente se levantó y puso atención.
—Quiero decirles que mi pequeña Amaranta, que hoy está de cumpleaños, ha sido como mi pequeña hija, mi amada hija.
Los ojos de Silvia miraron con rabia y Mónica tenìa los puños apretados de rabia.
—Hoy, mi adorada niña se compromete también en matrimonio, pido a mi querido Diego Estévez que venga aquí.
Enrique sintió como si pudieran arrancarle las entrañas.
Amaranta tenìa ojos nerviosos, no pudo evitar mirar a Enrique, quiso gritar que la salvara de todo esto, pero era tarde.
Jerónimo les unió las manos, Amaranta mirò a ese hombre, que solo sonriò, era un completo desconocido, excepto que lo vio varias veces en fiestas y èl solía sonreírle mucho.
—Pronto habrá una fiesta de compromiso, les pido un aplaus