Capítulo 35. Placer después del peligro.

Paula sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. De pronto un golpe en puerta de su departamento la alertó, ella caminó hasta allí y miró por la rendija, era Rodrigo.

Claro. Tenía que ser él, aunque no pudo evitar sentirse desilusionada, había esperado que sea Santiago quien la buscaría, borró su rostro de todo miedo, y abrió.

Rodrigo entró como si fuera su casa, maleta en mano, chaqueta arrugada y barba incipiente.

-- Por dios Pau, ¿dónde has estado? ¡te he llamado toda la tarde! – ella lo miró asombrada, y no por la barba que no le quedaba nada mal, ni tampoco por la maleta que llevaba con él, sino por el hecho de que se muestre preocupado por ella.

Rodrigo dio un par de pasos más, cerró la puerta y la miró serio.

-- No voy a seguir mendigando para que vuelvas a casa, Paula -- soltó así sin más. -- Así que vine yo. Si no quieres volver, entonces me mudo contigo --

-- Acaso perdiste la cabeza, como se te ocurre venir acá y con una ma