Capítulo 36. Otra noche de locura y un amanecer de misterio.

Paula dormía, desnuda sobre las sábanas revueltas. Santiago se puso en pie, buscó su camisa, pero algo le llamó la atención.

El bolso de ella estaba abierto.

Y dentro, apenas visible, el disco duro que le había robado a Javier.

-- ¿Qué diablos…? -- susurró Santiago, tomándolo en sus manos.

En ese instante, Paula abrió los ojos.

-- No es lo que parece --

-- ¿Desde cuándo lo tienes? --

-- Lo encontré esta tarde, antes de que tú... --

Santiago la miró en silencio. Y entonces lo supo: ella había estado jugando a dos bandas. Quizás no por traición, sino por miedo. O por necesidad.

-- ¿Vas a compartirlo conmigo? --

-- Aún no lo sé -- le respondió ella con sinceridad.

Porque ahora todo se trataba de confianza.

Y esa, no se construía solo con cuerpos entrelazados.

Santiago se quedó mirando el disco duro en sus manos como si ardiera.

El aire en su departamento era espeso. Silencioso. Paula, aún medio recostada entre las sábanas, obse