Julieta casi se sintió sofocada por el beso, y todo su cuerpo se debilitó en los brazos de Leandro.
De repente, escuchó la voz baja y ronca de Leandro diciendo:
—Julieta, Julieta...
La voz fue como un hechizo mágico que despertó a Julieta al instante.
¿Qué estaba pasando?
Empujó a Leandro y dijo:
—Señor Cisneros, soy Fénix, ¡no Julieta! ¡Te has equivocado de persona!
Leandro hizo una pausa por un momento. Luego extendió la mano para sostener su rostro, murmurando:
—No me he equivocado.
Con eso, bajó la cabeza de nuevo, con la intención de besarla una vez más.
Julieta giró la cabeza al instante y le esquivó. Volvió a decir:
—¡Soy Fénix! ¡Mira bien! ¡Julieta está muerta!
¿Muerta?
El cuerpo de Leandro se endureció de repente. Su mirada hacia ella parecía aturdida.
Julieta aprovechó este momento y lo empujó con fuerza. Corrió hacia el dormitorio y llaveó la puerta.
Luego se deslizó por la puerta hasta el suelo.
Su mente estaba en caos mientras recordaba lo que acababa de pasar.
Se tocó su