Capítulo43
Abrió los ojos con dificultad y los movió para familiarizarse con su entorno cercano. A su nariz llegó un aroma a desinfectante muy familiar. Se dio cuenta que seguía viva y estaba de nuevo en el hospital.

Se preguntó por un momento si su propia vida no debería haber terminado en este punto o si los dioses querían torturarla más.

No sería más que una carga para ella vivir con este cuerpo roto, ¿no es así?

Después de limpiarle el cuerpo, la cuidadora levantó la vista. Al ver que estaba despierta, exclamó:

—Señorita Rosales, ¿está despierta? Voy a llamar al médico por usted.

Tirándose la camisa, Julieta sacudió la cabeza y preguntó con voz ronca:

—¿Cuántos días dormí?

—Dos días. ¿Te duele algo?

—¿Fui la única que llegó al hospital ese día? ¿Dónde está el otro?

La cuidadora se quedó estupefacta. Era como si de alguna manera no le hubiera entendido.

—Señorita Rosales, soy su cuidadora, pero por lo que sé usted fue la única que trajeron esa noche, no había nadie más.

¿No?

El corazón de J
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