La velocidad del coche de Jasmine no era ni rápida ni lenta. A ese ritmo las dos hablaban y reían Y el ambiente era armonioso.
De repente, un Maybach las adelantó y giró a la izquierda para detenerse justo delante de ellas. Jasmine se sobresaltó tanto que frenó de golpe.
—Julieta, ¿estás bien?
—Estoy bien.
Julieta acababa de levantar la vista cuando vio a Leandro caminando muy molesto en su dirección. Al instante se puso a temblar de miedo. Aunque tuvo el valor de colgarle el teléfono, cuando vio al hombre, se ablandó por completo.
Leandro llamó a la puerta del coche y dijo con voz fría:
—¡Baja!
Fue entonces cuando Jasmine se dio cuenta de quién venía. Giró la cabeza hacia Julieta.
—Julieta, ¿qué hacemos? ¿Pasamos por la fuerza?
Julieta se quedó helada mientras lanzaba a Jasmine una mirada algo sorprendida. Normalmente esta chica parecía callada. No esperaba que fuera tan temeraria. Aun viendo a Leandro se atrevía a pensar en pasar por la fuerza. Y a Julieta le preocupaba que realmente