Capítulo 4

Capítulo 4

AXEL

            Vale estaba empapada por la lluvia esa noche cuando la encontré en medio del bosque y en medio de aquella tormenta terrible que caía. Ella estaba dormida en una banca cuando yo la encontré y estaba desconcertada mirándome con esos preciosos ojos verdes, lo que hizo que yo no pudiera responderle lo que ella me había preguntado. Mi preocupación era en aquel momento, sacarla de ahí cuanto antes.

            —Vale, estás empapada. Tenemos que irnos, vamos toma mi mano. Sólo quiero que me respondas algo, ¿te hizo algo Rodrigo? No quiero ser entrometido, pero supe por Suzette que saliste con él.

            —Axel, yo…

            Vale trató de responderme una vez que nos subimos en mi auto, pero no logró hacerlo. Ella sólo se limitaba a llorar y pronto empezó a temblar de frío, por lo que le puse una chamarra mía que traía en el asiento trasero y después encendí la calefacción, lo que menos quería era que ella se enfermara. Ya que tenía la situación más controlada, tomé camino para volver a las cabañas.

            Ella no decía palabra y escucharla llorar de aquella manera, verla así tan triste, tan frágil y tan indefensa, me envolvió a mí en una especie de desesperación, una que no había sentido antes, al ver llorar a ninguna mujer. Quería saber a como diera lugar ¿qué rayos había pasado? Pero, no podía presionarla a hablar. Tenía que dejar que se calmara y que fuera ella misma, la que empezara a contarme sí es que quería hacerlo o tal vez no lo haría, tal vez ella iba a querer hablar de esto con Suzette, pues yo no la había visto para nada en 3 años. Me estacioné lo más cerca que pude de la cabaña para evitar que Vale se mojara más, pero al abrir su puerta para ayudarla a bajarse, ella temblaba de frío y al dar unos cuantos pasos, se desvaneció y alcancé a sostenerla en mis brazos.

            —Vale, háblame. Vale, tienes que abrir los ojos. Por favor.

            Ella no volvía en sí y la tormenta comenzó a arrasar con todo, corrí con ella en mis brazos y al llegar a la puerta de la cabaña, abrí la puerta como pude y ya estando dentro la recosté en el sillón de la sala y regresé para cerrar bien la puerta y también para buscar alcohol y un algodón para dárselo a oler a Vale para que ella volviera en sí. Me sentía desesperado, tanto que olvidé llamar a Suzette para avisarle que ya había encontrado a Vale. Me arrodillé a su lado y le puse el algodón con alcohol para que lo aspirara y volviera en sí, pero nada parecía dar resultado, así que, empecé a hablarle y a darle pequeñas palmaditas en sus mejillas, todo con el fin de que ella reaccionara lo más rápido posible.

—Vale, por favor despierta, preciosa. Tienes que abrir tus ojos, ya estás a salvo. Estamos en casa, vamos niña hermosa, despierta.

            Después de un rato que a mí me pareció eterno, ella al fin reaccionó y cuando lo hizo, estaba muy desconcertada y aturdida, mientras que yo, sentía que me había regresado el alma al cuerpo.

            —Vale, qué bueno que despiertas. Me has dado un susto de muerte, ¿cómo te sientes? Te desmayaste.

            —Axel, ¿qué pasó?, ¿dónde estamos?, ¿qué haces aquí? No me digas nada, tal vez todo esto es un sueño o ya no lo sé.

            —Tranquila, Vale. Una pregunta a la vez, estamos en tu cabaña y no estás soñando, todo esto realmente está pasando y sobre lo que hago aquí, esa es una larga historia.

            —No lo puedo creer, Axel. Ha pasado una eternidad, desde la última vez que nos vimos.

            A ella le ganó la emoción del momento y me abrazó con efusividad y yo correspondí encantado a aquel abrazo que no quería que terminara nunca, siendo aquella la primera vez que me sentía de aquella manera al tener entre mis brazos a una mujer.

            —A mí también me da mucho gusto verte Vale, ¿quieres que te prepare un café? Quiero que te sientas mejor.

            —Muchas gracias por el ofrecimiento, pero no tengo ganas, Axel.

            A Vale le duró poco el momento de calma, ella seguía muy triste y de la nada, volvió a llorar desconsolada. Aquella noche fueron muchas primeras veces para mí, el sentirme mal por ver llorar a una mujer, el desear no soltarla de aquel abrazo y la desesperación de no saber cómo consolarla y hacerla que se sintiera mejor, todo eso era terreno desconocido para mí. Yo era un patán y un mujeriego declarado, al que no le importaron nunca los sentimientos de una mujer, hasta ahora y justo cuando iba a comenzar a improvisar, llegó Suzette y su ira estalló contra Vale, de una forma que yo no hubiera esperado nunca.

            —¿Quién demonios te crees que eres, Valentina? Llevo toda la noche y parte de la madrugada, buscándote como estúpida y más te vale que tengas una buena razón y no me vengas a decir que, estabas con Rodrigo porque eso no es verdad. Te aviso antes que lo pongas como excusa, además, él también te está buscando.

            —Susy, lo siento yo…

            —Tú nada, tú eres una egoísta y una abusiva a la que no le importa el tiempo, ni la preocupación de los demás, eres una irresponsable. Quiero que me digas en este preciso momento ¿dónde estabas a estas horas de la madrugada? Contesta, te estoy esperando y no tengo todo el tiempo que te dé la gana.

            —Suzette, por favor cálmate—intervine—Vale no se siente bien, se ha desmayado y apenas ha vuelto en sí.

            —Tú cállate Axel y no te metas—me fulminó con la mirada—esto es entre Valentina y yo y ahora que lo pienso, tú tampoco me tienes tan contenta ¿Por qué no me avisaste que la encontraste? Veo que, a los dos, les importa un bledo que yo anduviera dando vueltas en vano por el bosque en medio de una tormenta y en plena madrugada.

            —Suzette, tienes que calmarte. Esta noche ha sido difícil para todos y está haciendo un frío de los mil demonios, mejor vamos tú y yo a traer leña para encender la chimenea.

            —Tú ganas Axel, por ahora. Pero, ni creas que hemos terminado de hablar, Valentina.

            Afortunadamente, Suzette accedió a ir por leña conmigo y dejar tranquila a Vale, al menos por ese momento. Estando a solas, pude explicarle como encontré a Vale y después de luchar mucho, logré que se fuera a su recámara y yo volví a la sala para colocar la leña en la chimenea y al hacerlo, me di cuenta que Vale ya se había quedado dormida como era de esperarse, ella debió quedar agotada después de tanto llorar.

            Me quedé de pie a su lado mirándola por unos momentos y dándome cuenta que era lo más hermoso que mis ojos habían visto, hasta entonces. La tomé en mis brazos con cuidado y la llevé a su recámara a descansar, la acomodé y la cobijé lo mejor que pude y volví a mirarla, era como si no pudiera dejar de hacerlo, pero al final lo hice y me fui a mi recámara a dormir unas horas al menos, para entonces ya eran las 6 de la mañana. No sé cuánto dormí cuando mi sueño se vio interrumpido y alterado por los gritos de Suzette.

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