Capítulo 3

Capítulo 3

VALENTINA

           

            Con muchos esfuerzos, logré que Suzette me dejara ir a cenar con Rodrigo y llegada la hora de la cita, me encontraba a bordo del lujoso auto de Rodrigo, con rumbo desconocido y no sabía en ese momento que la vida me iba a cambiar mucho y en esa misma noche. Rodrigo se estacionó en un bar que ambos conocíamos muy bien y después me ayudó a bajarme del auto. Tomó mi mano y entramos a ese lugar, pero desde que lo hicimos algo no iba bien, me lo gritaba mi intuición de mujer.

            —Buenas noches, tengo una reservación — dijo Rodrigo al host — es para 4 personas a nombre de Rodrigo Acosta.

            —Buenas noches, joven Acosta. Claro, pase por favor por este lado — nos indicó y lo seguimos — aquí está su mesa.

            —Muchas gracias.

            El host se retiró y al quedarme sola con Rodrigo, empecé a ponerme muy nerviosa. Desde luego que no pensé que cenaríamos con sus padres, pero ahora no podía decir nada. Ambos me caían bien y era lógico que iban a querer celebrar con su hijo, su mayoría de edad, pero no los veía tan modernos como para venir a cenar con nosotros a un bar.

            —Gracias por estar aquí, Vale — Rodrigo tomó mi mano y la besó — eres la mejor amiga del mundo y sin ti no podría hacer esto.

            —Esto es absurdo, Rodrigo claro que podrías celebrar tus 18 años. Sólo que eres malo y me siento fuera de lugar, no sabía que vendrían tus padres.

            —Sobre eso, Vale, verás hay algo que no te dije. Es que no estamos esperando a mis padres, esperamos a otros amigos y es ahí donde necesito que me ayudes.

            —¿Qué? Gracias por comentarme lo de tu plan con antelación — dije indignada — que yo sepa, tu único amigo es Maximiliano y no pienso pasar mi noche estando con él. Lo siento mucho Rodrigo, tendrás que hacer esto sin mí.

            —No Vale, no por favor — me suplicó y me detuvo de irme — es que no sólo es él, viene con la chica de mis sueños y como no tuve el valor de invitarla a ella sola, por eso me saqué el plan este de salir en parejas.

            —Sabes que aborrezco y que odio a Maximiliano, pero veo que mis sentimientos no te importan — dije molesta — lo siento mucho amigo, pero yo me iré y nada de lo que digas me va a detener.

            Rodrigo me miró con una cara que reflejaba impotencia y miedo, sabía que nada podía hacer para detenerme, solo que, en el mismo momento que me puse de pie, llegó Maximiliano con una hermosa chica morena de cabello oscuro y de un cuerpo de infarto, ella parecía recién salida de una revista de moda.

            —Buenas noches — saludó Maximiliano — ¿no me digas que ya te ibas Valentina? No puedes irte, eres mi cita de esta noche.

            —Buenas noches, adelante y tomen asiento—respondió Rodrigo—Vale no se iba a ir a ningún lado, ¿cierto?

            —No, no me iba a ir a ningún lado—tuve que admitir—sólo iba al tocador.

            —En tal caso, vamos juntas—dijo esa chica escultural—ahora volvemos chicos.

            Las cosas no podían ir peor, tuve que ir al tocador acompañada de esa chica que en el camino allá se presentó diciéndome que su nombre era Sofía, como sí a mí me importara eso y no tuve más remedio que ser amable. Consumimos algo de tiempo ahí y al volver a la mesa, ella abrazó a Rodrigo delante de mí para felicitarlo por su cumpleaños y Maximiliano me rodeo la espalda con sus brazos, algo que me desagradó por completo.

            —Se ven hermosos juntos, ¿no lo crees? —preguntó Maximiliano con ironía—pero, bueno vamos a ordenar de cenar que me muero de hambre.

            —Claro, que el festejado ordene lo que guste—dijo Sofía—hoy es su día. Claro, si ustedes no tienen inconveniente.

            —Por supuesto que no—respondí lo más normal que pude—lo que quiera Rodrigo, estará bien para nosotros.

            —Así es mi amor—Maximiliano me besó en la mejilla haciendo que ardiera de coraje—hoy es la noche del nuevo mayor de edad.

            Pedimos de cenar y no pude comer más que dos bocados, veía a Rodrigo con Sofía en un muy buen plan y con una química muy grande que sentía ganas de devolver el estómago y, por si fuera poco, la cercanía de Maximiliano era por demás desagradable. Para empeorar las cosas después de la cena, pusieron música romántica y Rodrigo sacó a bailar a Sofía y en plena pista le robó un apasionado beso, siendo eso el colmo para mí y me levanté de un salto de la mesa.

            —Me disculpas con Rodrigo, por favor—le dije a Maximiliano conteniendo el llanto—yo tengo que irme.

            —Valentina, espérate. No puedes irte así…

            Salí corriendo a toda velocidad, ignorando el reloj y todo lo demás. Quería coger un taxi o lo que fuera para irme lo más pronto posible a las cabañas, pero unos pasos detrás de mí, me hicieron frenar en seco.

            —Vale, pero ¿qué haces? —era Rodrigo—no puedes irte así, Suzette me matará y además no puedes echarme a perder la noche. Por favor, volvamos dentro. No puedes seguir siento tan infantil.

            —Déjame ir, no puedo verte besándote con ella. No lo soporto—dije sin poder más—no es así como debía terminar esta noche.

            Me alejé corriendo de él por la zona boscosa, no quería que él me alcanzara y con la oscuridad de la noche, fácilmente me perdí y ya que estuve lo más lejos posible de su alcance, llegué a una zona en la que estaban unas bancas de piedra y me senté en una de ellas para pensar con claridad qué podía hacer, al tiempo que el llanto nublaba mis ojos y mis mejillas se empapaban de él. La que pensé que sería la mejor noche de mi vida, se había convertido en la peor de todas. Pero, al mismo tiempo era lógico que Rodrigo no me hubiera pelado, después de todo esa mujer, Sofía parecía tener todas las libertades para vivir su vida como una chica normal, mientras que yo, soy una prisionera de Suzette.

            Pensé por un momento en llamarle a Danna, pero eran más de las 2 de la madrugada y ella no podría salir por mí y menos con lo especial que era su mamá. Pensé en hablarle a Suzette, pero imaginando su reprimenda, no lo quise hacer tampoco. Sin pensar en nada, llena de depresión, de dolor y de tristeza, me recosté en la banca y era como si el tiempo estuviera tan triste como yo, empezó a llover y cerré los ojos sin dejar de llorar, dejando que mis lágrimas se mezclaran con la lluvia, hasta que me quedé dormida.

No sé cuánto tiempo me dormí, cuándo sentí unos brazos envolverme, un delicioso aroma a mi alrededor y una voz maravillosa decir mi nombre, tal vez soñaba... En eso, sentí cómo me ayudaban a sentarme en la banca, levanté la vista y lo vi, con esos hermosos ojos grises que siempre me habían desarmado...

            —Vale, ¿estás bien? —preguntó Axel muy preocupado—llevamos un rato buscándote Suzette y yo.

            —Axel, ¿qué haces aquí? —respondí con otra pregunta, para saber si era cierto lo que veían mis ojos o era solo, lo más hermoso que soñé.

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