— ¿Crees que unas caricias y unos besos son suficientes? — dispara Sasha, con la ira y la determinación regresando con fuerza. Sus ojos, antes nublados por el deseo, ahora arden con una furia contenida.
Miguel arquea una ceja, una sonrisa maliciosa curvando sus labios.
— Si no estuviéramos en esta bañera, sino en mi cama, las sábanas estarían empapadas con tu excitación, hembra — responde con una voz cargada de confianza provocadora.
Sasha siente su rostro arder, invadido por una mezcla de rabia y vergüenza. Quiere replicar, negarlo, pero sabe que su cuerpo la ha traicionado, reaccionando a sus caricias de una manera que no puede admitir. Las palabras de Miguel la golpean como un mazazo, revolviendo su estómago.
— Estás equivocado — responde, esforzándose por mantener su voz firme, aunque sus labios tiemblan ligeramente. — Mi cuerpo puede haber reaccionado, pero eso no significa nada. Aún te odio, y nada cambiará eso.
Miguel deja escapar una risa baja, inclinándose hacia ella, sus ojo