— ¡No es mentira! — gritó la madre de Lukan, sus ojos ardiendo con las lágrimas que contenía mientras intentaba salvar lo poco que quedaba. — ¡Yo lo hechicé! Soy la única culpable. Lo codicié y planeé todo para que fuera exiliado. Así, no tendría a dónde ir excepto quedarse conmigo.
Lukan sintió un dolor profundo en el pecho al escuchar las palabras de su madre. Sabía que estaba mintiendo, porque él y sus hermanos más que nadie conocían el infierno que ella había vivido. Ella tenía planes de huir, Lukan lo sabía, así que en su mente, solo mentía por una razón: para protegerlos. Pero eso no hacía que las palabras dolieran menos.
El Genuino Alfa la miró con una expresión fría, sin importarle lo más mínimo las palabras de la bruja.
— Genuino, te pido que me aceptes de vuelta — insistió el padre de Lukan, sintiéndose más confiado ahora que su "esposa" respaldaba su mentira. — Los cachorros que tuve son un beta y dos omegas. Con el tiempo, sé que serán útiles y...
Lukan observaba, sus ojos