Miguel aparta su frente de la de Sasha con suavidad, sus dedos tiemblan ligeramente, anticipando el dolor que está por venir. Se inclina y deposita un beso en la frente peluda de Sasha, un gesto casi instintivo de cariño y arrepentimiento. Sasha lame su propio hocico, sus orejas erguidas, observándolo.
— Estoy contigo, mi pequeña lux lunaris — Miguel dice, y entonces transforma su dedo índice en una garra.
Clava la garra en la frente de Sasha, y la sangre emerge de inmediato de la herida. Sasha deja escapar un gruñido ahogado, su cuerpo lupino se tensa y trata de apartar la cabeza del contacto que le provoca dolor.
— No te muevas, querida — Miguel pide en un susurro doloroso. — Lo haré rápido — promete, comenzando a dibujar el círculo en su frente, una representación de la luna llena.
Sasha intenta apartarse con más fuerza, pero Miguel